
La Utopía Andante

¿Cuántos serán los artistas que trascienden su obra musical? Hablo de aquellos que parecen no conformarse con lo que pregonan sus letras y van en busca del sueño realizable. Es lo que me preguntaba mientras veía como el Salón Pueyrredón iba colmándose de a poco para ver y escuchar a Penny Rimbaud.
Para muchos llegó como el baterista de Crass, pero eso ya es historia en la vida de este hombre con arrugas, de pelo y barba blanca, quien arribó al país en el marco de su participación en la Convención internacional de diseño en Mar del Plata.
Durante su paso, hubo tiempo para que el lunes 17 de octubre, comparta su experiencia en Buenos Aires como militante de la lucha ambiental y la antiglobalización en los 70; su vida en comunidad dentro de “Dial House”, y la posterior exhibición con su banda denominada como “anarco-punk”, según los periodistas de la época.
La excusa fue la presentación de sus libros “El último de los hippies” y “365 aforismos + 1”. Sin embargo, fiel a romper con lo establecido, se presentó con una frase y dejó que el público empezara a preguntar, apelando a la participación colectiva.
La guerra de Malvinas y la posición de Crass al respecto fue el puntapié (fueron declarados anti Margaret Thatcher). Debo admitir que viniendo de un británico fue duro y admirable al mismo tiempo escuchar que para ellos “Malvinas no fue una guerra, sino una burla muy grande”, y que en ese momento existía oposición a lo que el gobierno hacía, pero que nadie se animaba a decirlo, sólo ellos “con una posición mucho más fuerte”.
Entre declaración y traducciones, pude percibir a un hombre tranquilo, atento a las preguntas, firme en sus palabras, y con poco tiempo de elaboración para la respuesta. Su sapienza parece tener el mismo andar que sus canas.
Asegura no identificarse como hippie o punk, porque si tendemos a colgarnos etiquetas, entonces existe una “inhabilidad de entender el espíritu humano”. Además afirma que la prensa los renombró como “anarcopunks” por querer “ponerlos en una cajita”.
Y hablando del “Punk is dead”, no tuvo reparos en diferenciarse de sus contemporáneos Sex Pistols y The Clash. Según Rimbaud, la histórica frase deja en evidencia que “estaban interesados en el bolsillo y no en el mensaje”.
También sostuvo que parte de la misión de Crass era lograr la anarquía, y que Johnny Rotten cantaba sobre lo mismo pero que nunca lo vio promoviendo “esa idea”. Ellos llevaron a las calles “otra manera de pensar”. Al hablar sobre el punk, sus palabras fueron lapidarias: “Hay que preguntarse si en algún momento estuvo vivo”.
La “Casa Dial”, esta comunidad abierta que hoy es su techo en el pueblo de Essex abrazó a todos aquellos que no pretendían vivir como sus padres. Así llegaron ecologistas, vegetarianos, anarquistas, feministas y adelantados como los “antiglobalización”. En resumen, escapaban de la burguesía y de las propuestas del sistema. Un colectivo contracultural que dio nacimiento a otro germen como fueron los Crass.
En este pasaje de su charla, pudimos acercarnos al pensamiento más filosófico y espiritual que Rimbaud propone. Declara que “al sacar la cerradura de la puerta”, su vida se fue definiendo con las personas que llegaban y que en esa convivencia de seres tan distintos había una cierta armonía regada de paz a la que definió como “un estado interno de la mente”.
También hubo tiempo para reconocer que esas mismas paredes marcaron el final de Crass, al afirmar que “no había discusiones porque estábamos encerrados en cuatro paredes”. “Cuando cayeron esas paredes, nosotros también”, pero que sin duda el grupo musical “fue la base para seguir desarrollándonos”.
El costado conciliador con el mundo de hoy sorprende teniendo en cuenta su pasado “antisistema”, pero es claro que su forma de ver la realidad, traspasa los cánones del “hazlo tú mismo” en acciones personales y directas. “La superación no está en derribar obstáculos sino en enfrentar y combatir el prejuicio personal” aclara.
Y por si acaso faltaba algo más para desnudar su visión y actitud ante la era digital, este anotador dejó impreso que, según Rimbaud, “la mejor protesta es el amor”.
Texto: Norberto Alfaro

